lunes, 29 de julio de 2013

"Dos puntos, con sabor a cuatro"

La mejoría del Puebla ha sido vista, y de aquí a Monterrey. Un esquema sobrio, sereno y con personalidad, como se debe jugar a equipos que, a todas luces, se visten mejor. Segundo partido que se define en la agonía de los noventa, segundo punto en dos partidos y segundo –casi- infarto en, aproximadamente, siete días.
Las visitas a campos del norte, en los últimos años, se han convertido en afrentas difíciles –y casi imposibles- para todos los equipos de nuestro balompié. Aunado a esto, al equipo de la Franja se le sumaba la irrefutable malaria de enfrentar a un cuadro rayado al que no vence, en feudo regio, desde hace veinte años. Los focos de alerta se podían encender, con mayor razón, si se llegaba a cumplir el fatal vaticinio.
El cuadro que salía al campo, suponía, una propuesta arriesgada en el ‘costo-beneficio’. Fiel a su estilo, Don ‘Manolo’ no arriesgaría un ápice de dignidad defensiva por priorizar el ataque. El once titular avisaba dos de aquellos clásicos movimientos, de antaño, que tanto gustan al técnico camotero; basados en la tenencia de la pelota, la transición de cuatro a cinco defensas encontraba nombre en Brayan Martínez; un tipo que podía ofrecerte esa doble función con mayor idea que Pablo González,  un volante de contención nominal, quien fue el sacrificado.
La idea, en principio, era buena; terminó siendo –casi- perfecta. El equipo se plantó con el oficio que tanto se buscó desde el torneo anterior; ese mismo aplomo que hace tomar, con mayor seriedad, al cuadro de la Angelópolis. El desarrollo del partido fue adecuado, con personalidad y peligro. Incluso daba la impresión de un cuadro rayado que, desde el inicio, pensaba en cumplir con un trámite que se fue atascando con el pasar de los minutos. El cuadro poblano se hacía con la pelota y, de los veintidós, Alustiza se convertía en el hombre de mayor peligro – con sobrada razón-. El resultado era obvio: gol provocado por ese descaro tan peculiar y digno de aplauso.
La desgracia llegaría con el tiempo cumplido, ese don maldito tan propio de nuestra prosapia y nuestra playera, y el semblante de los que estaban en el campo como los que estábamos en nuestras casas –lo puedo asegurar- era el mismo.
La victoria, en lo personal, se encuentra en saber que desde ahora los equipos están mentalizados en esa peculiaridad que, con el pasar de los partidos, les iremos recordando. Somos el Puebla.
Dos puntos, con sabor a cuatro.

@DonKbitos

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